La vida está cambiando vertiginosamente. Los ritmos, las nuevas tecnologías, la manera en la que nos comunicamos y relacionamos, etc. Tiene sentido pensar que la educación ha de estar adaptada al estilo de vida actual. He aquí nuestra responsabilidad de educar a las nuevas generaciones a vivir y desarrollarse en el mundo que les ha tocado vivir.
Los profesionales de la educación, en quienes confiamos esta labor de preparar a niños y adolescentes a las nuevas sociedades, necesitan de herramientas que les permitan llevar a cabo esta labor de la mejor manera posible. En la actualidad, el profesor se encuentra en una situación de vulnerabilidad, entre las exigencias curriculares, padres que delegan responsabilidades en estos y el alumnado del siglo XXI.
El estado emocional y psicológico del educador es nuclear en el proceso de enseñanza. El entrenamiento en mindfulness permite al docente disponer de herramientas para gestionar sus propias experiencias internas, cultivando un equilibro emocional que repercute directamente en el clima de la clase y la disposición del alumnado.
Aplicar técnicas de atención plena requiere de una integración previa del estado de mindfulness por parte del enseñante. Por ello, el primer paso para incorporar metodologías basadas en mindfulness en clase, es una inmersión en la práctica y conocimiento en primera persona por parte del profesorado.